La cólera es algo que se presenta, algunas veces como mecanismo de
defensa o para protegernos de algún acto injusto o violento que se esté
desarrollando en contra de nosotras, pero también sabemos que muchas personas explotan por las cosas
más pequeñas y sin importancia, dejan
salir su cólera en palabras hirientes y ofensivas, muchas veces decisivas en la
formación de un individuo y aunque más tarde se arrepientan, ya no pueden
recoger el daño que han hecho con sus acciones o palabras.
¿Qué pasa cuando esa cólera que muchas veces es parte de
toda una vida, cuando las frustraciones y limitaciones que se han sufrido en la
niñez o en la juventud, se usan como pretexto
para descargar la ira en
contra de personas de nuestro entorno?
¿Cuándo no se puede evitar estar enojadas con todo y con
todos? ¿Cuándo nos toca tratar (aunque no queramos), con esa persona que siente que
el mundo está en deuda con ella/él y dejan sentir su ira por la más mínima de
las provocaciones?
Algunas veces podemos expresar la cólera de forma
controlada, sin llegar a “explotar” como palomitas de maíz, o
de modo agresivo y sin control, porque esa conducta puede ser desde intimidante y
hasta violenta que puede incluso, poner
en peligro a los que amamos.
Muchas veces perdemos el control, nos dejamos llevar por la ira, no intentamos decir lo que sentimos con
seguridad, buscando palabras lógicas y tranquilas y se recurre a un vocabulario
de gritos y palabras fuertes y hasta soeces, en una discusión que pudo ser
calmada.
Los problemas más grandes de cólera pueden darse en nuestro hogar, tal parece que la familiaridad y hasta cierto punto la confianza que
sentimos en nuestro ambiente, nos da derecho de expresarnos de manera muchas
veces brusca y lo que podría ser un problema pasajero, se puede salir de las
manos y convertirse en una discusión violenta y acalorada donde las dos partes
quieren tener la última palabra.
La cólera puede ser una variable
de emociones, muchas veces nos sentimos irritadas/os y no sabemos por
qué, muchas veces sabemos por qué
y aún sabiéndolo, no nos atrevemos a decirlo, y el no decirlo, el no
hablar nos puede llevar de una irritación sin importancia a una explosión
violenta.
Pensemos cuidadosamente antes de
hablar, especialmente pensemos en lo que queremos decir. Si
pensamos por un momento en lo que se esconde detrás de la cólera podremos
expresarnos con mayor claridad en lo que queremos. Tratemos de escuchar a la otra
persona, no olvidemos que todos
tienen derecho a tener su propia opinión, intentemos estar seguras de sí mismas
en lugar de ser sarcásticas y agresivas.
No olvidemos que la violencia engendra violencia. Las palabras subidas de tono y dañinas
sólo servirán para recibir más agresión y ser lastimados, porque al final, todos
queremos tener la razón.
¿Cómo controlas tu cólera y tus iras?
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